martes, 19 de enero de 2010

El tanque en la ciudad

El semáforo dio el rojo y el tanque militar se detuvo. Yo también quedé inmóvil a un costado de él sobre la línea peatonal que debía cruzar en ese momento. Pero no pude dejar de mirarlo con los ojos bien abiertos, sobre todo a eso parecido a un hombre con el rostro encapuchado que sobresalía del móvil y cuyos brazos era un arma apuntando al cielo. Parecía una estatua de piedra verde que me miraba, sé que lo hizo porque yo tenía los ojos bien abiertos y bien fijos sobre él. Entonces, otra especie verde con rostro pálido se asomó por la ventanilla y mostró los dientes. Yo apreté los puños. Crucé la calle sin dejar de mirar el tanque todavía inmóvil a mi vera. Mientras seguía mi camino recordé que el frío cortaba mi piel hace unos instantes. La calle siguió aparentando quietud y un silencio sospechoso. La ciudad a estas horas de la noche trae muchas sorpresas, buenas y malas, y las que son buenas jamás se acompañan de un tanque de guerra.

* Inés Villarreal

viernes, 4 de septiembre de 2009

Escribo, luego existo.

"Parece que lo que no se nombra es inexistente" Eso me dijo José Emilio Pacheco. Es cierto. Una función de la mente que es la memoria, se olvida de los días que no escribimos. Su existencia fuera de las palabras es tan volátil como su transcurso.

      Pero quizá encuentre excepciones, como siempre las hay, de que haya personas que sí recuerden lo que han hecho todos los días y no precisamente sea por contar con un diario o un cuaderno de bitácora. Eso pudiera ocurrir por dos razones: Porque tiene una memoria extraordinariamente privilegiada, o sencillamente porque hace casi exactamente la misma rutina de siempre desde hace muchos años.

      RECUERDO un poema de Pacheco que habla de la pérdida de los recuerdos; del desvanecimiento de los días como reminiscencias. Y Silvio Rodríguez canta que hay hombres que se convierten en palabras, creo que esta afirmación significa que la existencia de algunos individuos TRASCIENDE por el lenguaje; otras personas escriben sobre ellos o ellas como consecuencia de la gran impronta que dejó su SER en una sociedad por sus ACTOS o PALABRAS . Dice: "Hombres", "sangre", "historia", "TODO se convierte en palabras"... Todo lo que se ha destruido o lo que ya no está se legitima por el lenguaje, aunque en este caso sólo se ejemplifique el lenguaje verbal.
      Sobre el lenguaje en general, Aristóteles dijo que el ser humano está dotado de lenguaje; el hombre piensa y habla, eso es lo que lo diferencia de los demás animales. Y Sócrates (por la vía de Platón) dijo "El lenguaje como espejo de la realidad". Pero esa palabra clave que es "espejo" se interpreta de múltiples maneras, sin embargo, el espejo no es necesariamente FIDELIDAD de lo que refleja (la realidad), aunque casi, creo que es como me dice Gutiérrez Cham sobre las descripciones de los acontecimientos como "una producción", es decir, algo hecho en base a un modelo de realidad.
      Quizá con los recuerdos pasa lo mismo, porque los recuerdos no dejan de ser consecuencia de percepciones particulares; ¿Los recuerdos son producciones o contrucciones de realidad pasada? Si los recuerdos son subjetivos, es decir, de un sujeto con determinada ideología e idiosincrasia, entonces ¿Qué pasa con el recuerdo colectivo?
      Para colmo de mi desorden de ideas, me encuentro con el complejo Heiddegger y me dice, cuando lo leía, una frase que resume todo en:
"EL SER ES LENGUAJE"
      Hoy ya es muy tarde, me está llegando esa sensación de comenzar a enloquecer. Es tiempo de interrumpir mis inevitables reflexiones caóticas y aterrizar en "la realidad", esa cosa que ya tampoco sé que es y que viene propuesta en los periódicos, manifestada en la calles y estudiada en las aulas.

*Inés Villarreal